viernes, 21 de marzo de 2014

Tercer viernes de Cuaresma


Ganaré, con tu Cruz, la nueva vida,
doblegaré a la muerte, sueño oscuro,
caminaré hasta el fin sobre seguro,
encontraré tu luz en mi partida.

Pues tu dolor es rienda que me embrida,
bálsamo cardinal con que me curo
cuando mi corazón se torna impuro
por ceder al Maligno en su embestida.

Gracias, Señor, por aceptar la muerte
para salvarme de la negra suerte
que mi alma mereció por el pecado.

Gracias, por revelar, vivo en tu templo,
ese misterio que en la Cruz contemplo:
Dios mismo en un tablón crucificado.

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