lunes, 11 de febrero de 2013

A mi amigo Pepe Solera

 
Al lado de la iglesia Catedral,
encima del arroyo rumoroso,
mora un ser circunspecto y bondadoso,
de intelecto elevado y especial.
 
Hoy la calle nos puso tal con cual,
y al verlo me sentí feliz, dichoso,
recordando aquel tiempo revoltoso
de constante inquietud municipal.
 
¿Qué me dices, Solera, buen amigo:
que echas de menos mi soneto diario?
Pues esta racha infiel rompo contigo.
 
De tu bondad doy fe, como notario,
y en tu honor estos versos torpes ligo,
oh, Pepe, camarada extraordinario.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario