lunes, 29 de agosto de 2011

Interlocutores (Soneto 496)


No sé qué me genera más hartura:
la gente que me cuenta sus hazañas,
por lo común chorradas y patrañas
narradas sin medida ni cordura;

o los que me relatan su amargura,
brindándome la hiel de sus entrañas,
haciendo de una loma cien montañas
y escupiendo rencores sin mesura.

¿Y el que sabe de todo lo divino,
y también de lo humano y terrenal,
y me toma por cándido o por tordo?

Yo no puedo con tanto bizantino,
ni con tanto fanático banal:
menos mal que me estoy quedando sordo.

4 comentarios:

  1. Ja,ja,ja...Te entiendo perfectamente, sobre todo la tercera estrofa. Saludos
    (sigo admirando tu facilidad con los sonetos)

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  2. Creo que, como dices en tu magnifico soneto, a todos con los años y la experiencia, se nos pone el oído cada día mas duro. Es una de las formas de no oír tanta sabiduría, de andar por casa y, no soportar las palizas dialécticas de nuestros conocidos. Ademas de la sordera es buena la paciencia.
    Un abrazo.

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  3. ¿tu sordo? pues yo me vuelvo autista, jajaja
    Sí que es una pesadez, pero los años nos dan esa facilidad para transformarmos y decidir qué nos apetece oir.

    Un abrazo

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  4. Anónimo0:14

    Real como la vida misma. Excelente.

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