lunes, 13 de diciembre de 2010

Al polvorón (Soneto 236)


Me encanta manducarte, polvorón,
aunque tienes quizá muy mala fama
por llevar la manteca en tu amalgama,
con lo cual se hace mala digestión.

De chico te comía con fruición,
bañadito, ya puesto el esquijama,
temiendo me mandaran a la cama
sin poder completar el atracón.

De mayor tú ya sabes la de veces
que me han tenido que parar los pies
para evitar que fuera a reventar.

Pero basta, no más estupideces:
no me ofrezcan champán ni canapés;
contigo es con quien quiero yo gozar.

(Ver soneto 234)

1 comentario:

  1. Jajaja, muy bueno, me ha gustado Sr Anónimo.
    Pues sabes? Ahora estaba pensando en comerme un polvorón o quizás tenga un polvoronazo en lo alto?, jajaj

    Venga besitos

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