jueves, 23 de septiembre de 2010

Otra vez la muerte (Soneto 155)


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Solamente tenía treinta años.
De su sueño salió para la muerte.
¿Quién le explica a los suyos que la suerte
se despista en caminos tan extraños?


Ya no verá el verdor de los castaños;
no habrá un soplo vital  que lo despierte,
ni fuerza incorporal que lo liberte;
seguirá todo inmune a los engaños.


Quedarán tantos sueños por cumplir,
tanto anhelo arrumbado en el desván,
tanta vida que estaba por vivir...


Y preguntas que al duro cielo van...
y un cilicio de angustia por ceñir...
y una luna de hiel con el diván.

(Ver soneto 146)


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