sábado, 10 de julio de 2010

Quevedo y los médicos (Soneto 80)


No se sabe de dónde su cojera
le venía. Si fue de nacimiento
o inducida por fallo de un jumento
con cara de doctor, y con cartera.

Bien lo segundo puede ser, y fuera
de afirmar, con bastante fundamento,
si se atiende al rencor tan virulento
que a médicos mostrencos expusiera.

De jeringa y sangría motejaba
la ciencia y actuar de los galenos,
que recetaban pócimas sin traba,

para así mantener los cofres llenos
de boticarios - otro clan que odiaba -,
por cómplices en tantos desenfrenos.

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